Nos reunimos a jugar poker aquel sabado, como lo haciamos una vez cada dos meses, con mis viejos amigos del colegio.
Afuera estaba lloviendo torrencialmente, eso no era problema para mi, proque me encanta la lluvia, pero mis demas amigos parecían preocupados por la fuerza de la tormenta y que parecía no bajar su intensidad, a pesar que había llovido ya un par de horas.
Estabamos en medio de la partida cuando se escucha un fuerte golpe en la puerta, seguido del timbre y golpes nuevamente, fuimos detras del dueño de casa cuando él fue a atender y entró un hombre mojado en un saco impermeable, se disculpó y comentó que se perdió bajo la fuerza de la lluvia y pidió quedarse a descansar. Era un hombre blanco tipo estadounidense, a pesar que no tenía acento, pero parecía inofensivo, por lo que el dueño de casa le dijo que no habría problemas y le sirvió una taza de cafe caliente.
Posteriormente lo invitamos a jugar poker con nosotros, al comienzo se resistió, pero eventualmente cedió.
Era un jugador amateur, conocía las cartas y jugadas, pero no era muy bueno mintiendo ni descubriendo mentiras.
Rapidamente José se adueño de la mayor parte de sus fichas, José es uno de mis mejores amigos, pero es un mal perdedor, todos lo sabemos y sabemos controlarlo, por eso ya no nos crea problemas, y la condición para que juegue con nosotros es que si se siente irritado se retire un momento, y luego vuelva.
Fuera de eso es un excelente amigo y nunca haría nada para perjudicar a nadie, ese es básicamente su único defecto.
Desde que el hombre entró a la casa, hasta este punto algo me llamó la atención, no quería ningun contacto físico, ni siquiera estrechar las manos, algo que era muy común entre nosotros, y los demas parecían no haberlo percibido, por lo que decidí que era mejor hacerlo notar.
"Felicidades" le dije cuando me ganó varias fichas y le ofrecí mi mano, él la miró horrorizado y retrocedió "dale, no me dejes colgando viejo" le dije aún con la mano en el aire.
Él simplemente dijo "prefería no, y me gustaría que respeten".
Todos se extrañaron, pero hicieron un movimiento de hombros y continuaron el juego, ahora para felicitarlo chocabamos copas con él, rapidamente se transformó en un chiste y lo haciamos todo el tiempo.
Eventualmente empezó a recuperar sus fichas, y llegó a una mano donde él y José apostaron basicamente todo su dinero, José mostró orgulloso su poker y se preparó con una sonrisa a recoger sus fichas, hasta que el hombre echó sus cartas y mostró su escalera real, la cara de José cambió totalmente.
En este punto no sé si José lo hizo aproposito para molestar al invitado, o si se olvido de su pedido por su enojo, pero saltó y estrechó una de las manos del hombre mientras este se inclinaba a recoger las fichas.
Los ojos del hombre se abrieron de par en par y retrocedió gritando y cayendose de espaldas.
Se arratró hasta la puerta y la abrió, José se dio cuenta de su error y le gritó pidiendo disculpas, pero el hombre ya estaba destrancando la puerta.
Fui corriendo detras de él bajo la todavía intensa lluvia, hasta que cayó de rodillas tratando de tomar aire.
Giró y me vio correr detras suyo, en su cara vi que planeaba seguir corriendo, pero le faltaban las fuerzas.
Entonces se puso de pie agotado, y me dijo "tu amigo no debería haber hecho eso", le empecé a explicar como era la personalidad de José, pero pareció no interesarle, y en la mitad me repitió "no debería haber hecho eso".
Un perro sarnoso y desnutrido caminaba bajo la lluvia cerca nuestro, el hombre se agachó y tendió su mano el perro, este se acercó y puso su pata sobre su mano, luego se alejó caminando. "Él entiende mi dolor, comparte mi sufrimiento, comparte mi maldición".
Me apuntó con la mano hacia donde iba el perro y observé que su piel empezaba a caerse en grandes pedazos, primero su cara entera, luego la mitad de su espalda, luego su estomago, no los pelos, sino la piel en sí, y luego cayó muerto.
Cuando miré al hombre se hallaba corriendo demasiado lejos, y yo solo pensaba en volver a ver a José.
Llegué a la casa, y me dijeron que José ya no estaba, había gritado algo sobre el dolor, se tomó la cara y salió corriendo, era imposible saber a donde se fue, con la lluvia apenas se podía ver media cuadra, pero encontramos algo en la esquina.
Era la cara de José.
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