miércoles, 26 de junio de 2013

Muerte pornográfica



Sí, lo sé, el título es algo raro, pero no encuentro otras
palabras para describir lo siguiente.
Siempre fui muy apegado a mi prima Alejandra. Cuando
esto ocurrió, hace ya varios años, ella tenía la edad de
diecinueve años y yo quince. Nuestros familiares siempre
nos decían que parecíamos «uña y mugre», ya que siempre
andábamos juntas de un lado a otro. Pero siempre hubo un
hábito de Alejandra que a mí nunca me gustó: a ella le
gustaba la pornografía.
Siempre creí que la pornografía sólo le gustaba a los
hombres, pero mi prima muchas veces me contó de
nuevas páginas que encontraba o de algunas prácticas
sexuales bastante extrañas. Como ella sabía que a mí no
me gustaban esas cosas, se limitaba a contarme de vez en
cuando los resultados de sus búsquedas, pero jamás me
incitó a ver una pagina así.
Cierto día de abril, me contó que había encontrado una
página nueva en donde si te registrabas, tú mismo podías
hacer tus videos o tus fotos «xxx». El primer error que
cometió fue el de registrarse. En un inicio ella miraba
pornografía, pero jamás subía fotos suyas o daba alguna
información acerca de su vida. Desgraciadamente, después
me enteré de que había empezado a tener varios
seguidores en esa página porque había empezado a subir
fotos de ella desnuda.
Entonces nuestra relación se fue debilitando poco a poco,
hasta que terminó por extinguirse. Pasaron algunos meses
en los que no tuve contacto con ella, pero una noche
acudió a mi casa llorando y pidiéndole a mis papás que la
dejaran hablar conmigo. Mis papás, preocupados, nos
dejaron charlar a solas.
Alejandra me contó que desde que empezó a subir ese
tipo de fotos, una chica de nombre Esther la había
agregado como amiga, y que en la página de Esther había
fotos de ella haciendo muchas cosas incorrectas. A pesar
de saber que de esa amistad no saldría nada bueno, mi
prima aceptó ser su amiga y poco a poco fueron
compartiendo fotos y experiencias. Después de contarme
esto, mi prima se puso muy nerviosa y me dijo que desde
hace algunos días, Esther subía fotos en donde aparecía
desnuda y llena de sangre, con su cuerpo mutilado,
moretones en su cara y cadenas en sus pies. En pocas
palabras, eran fotos de ella asesinada, en las que también
se veía la sombra de quien había tomado las fotos, y mi
prima sospechaba que el mismo fotógrafo era el asesino.
Aunque su relato me sorprendió, aún no comprendía del
todo por qué Alejandra quería hablar conmigo, pero
la respuesta a esa pregunta me llegó pronto.
Mi prima me dijo que en los comentarios de las fotos del
asesinato de Esther aparecía un link bastante extraño, y
que ella, por curiosidad, se atrevió a abrir esa página. Lo
que vio fue algo perturbador: cientos de fotos de chicas
asesinadas de la misma manera que Esther, y al final de
cada foto, la leyenda «Tú eres la siguiente», acompañada
de la foto de mi prima… Obviamente ella se asustó y cerró
de inmediato la página; pero dice que cada noche podía
ver a un hombre en su ventana sosteniendo una cámara en
sus manos. Y cuando lo miraba detenidamente, podía ver
que ese hombre sólo tenía una horrenda sonrisa en la cara.
Sin ojos ni nariz.
¿Qué podía hacer yo? Aunque no creía su historia, le
permití que durmiera varios días en mi casa, y como ella no
vio en esos días nada extraño en las ventanas ni nada por
el estilo, se sintió lista para regresar a su departamento.
Después de un tiempo dejé de saber de ella, hasta que un
día mis padres me informaron que la habían asesinado;
pero no me dijeron cómo o por qué. Tampoco me dejaron
ir al funeral esa tarde, así que decidí meterme a la red
social pornográfica en la que se había suscrito.
Y ahí estaban: fotos de ella, un día antes de su muerte,
amarrada a una cama, desnuda y con muchas agujas en su
cuerpo, llagas en los brazos y moretones en su cara. No
pude ver las siguientes fotos. Lo único que me alegró fue
no ver el link que ella me describió… Aquel en donde le
anunciaron que ella sería la siguiente.
Cuando les conté a mis papás de lo que vi, y quisimos
revisar la página, ésta había sido dada de baja, y el cómo
murió mi prima quedó en una pregunta sin respuesta.
Aunque juraría que ayer, cuando dormía, pude ver la
silueta de un hombre en la ventana de mi vecina… un
hombre sosteniendo una cámara…
«Pobre chica», pensé. «Todo por subir sus fotos a una
página de internet».

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