miércoles, 26 de junio de 2013
Por favor, abre la puerta
Han pasado tres años desde aquella noche.
Yo no debí haber estado ahí, ellos lo sabían. Ese día salí
muy temprano a la casa de un amigo, sus padres no
estarían y tenía un nuevo videojuego de terror; pasaríamos
toda la noche jugando.
Ellos lo sabían, yo no debí haber estado ahí esa noche, mi
amigo debió estar solo. Ellos lo habían observado por días
como hacen siempre y sabían que esa noche estaría solo.
Desde el momento en que lo eligieron, no había marcha
atrás.
Pero tal vez quieras saber quiénes son ellos. Bueno, la
verdad… aún no estoy seguro, sigo sin asimilar lo que pasó
aquella noche; pero te contaré lo que hasta ahora sé, para
que tengas cuidado.
Ellos se encuentran en todas partes, en ningún lugar estás
exento de ser su víctima. Eligen a una persona, no sé bien
cómo o en qué características se basan, pero una vez que
te eligen no cambiarán de opinión: te vigilan, te estudian y
estudian a todas las personas que conoces. Día tras día te
observan cuidadosamente sin que tú te percates de su
presencia.
Y esperan la noche en que su víctima esté sola, es en ese
momento cuando todo empieza.
Aquel día llegué alrededor de las 8:00 p.m. a su casa. Sus
padres habían salido desde temprano y él había preparado
todo lo necesario para pasar jugando toda la noche. Al día
siguiente no habría clases, así que yo regresaría a mi casa
por la mañana. Pasamos un buen rato jugando, el tiempo
pasó tan pronto que cuando nos dimos cuenta ya era la
una de la madrugada. Nos habíamos llevado algunos sustos
con el juego, así que comenzamos a hacer bromas con la
situación; ahí fue cuando todo se puso raro. Empezamos a
escuchar ruidos extraños afuera de la habitación, que al
principio pensábamos que no era nada importante, e
hicimos algunos chistes en relación a lo que jugábamos.
«Deben ser los zombis», nosotros sólo reíamos. Pero nos
comenzamos a poner tensos cuando el sonido se oía más
claro: eran pisadas, se escuchaban pisadas por todo el
pasillo de afuera.
—¿Crees que tus padres hayan regresado? —le pregunté, a
lo que él respondió que sus padres regresarían hasta el día
siguiente, por la tarde. Además, el número de pasos que
se escuchaban eran demasiados como para ser sólo sus
padres.
De pronto, luego de oír todos esos pasos acercándose cada
vez más a la puerta, hubo un profundo silencio.
—¿Hay alguien afuera?… ¿Quién está ahí? —comenzamos a
preguntar, nerviosos. Estábamos seguros de que había
alguien afuera, pero esos sonidos… ¿quién podría ser? En
la habitación en la que estábamos había una computadora
que mi amigo había encendido desde que comenzamos a
jugar, era una costumbre suya. Se escuchó un sonido que
provenía de ella, un sonido familiar, pero que por el miedo
que teníamos en ese momento nos provocó una reacción
de sobresalto a ambos. Era sólo un correo electrónico que
le había llegado, pues también había dejado la ventana de
su correo abierta. Ver esto nos dio algo de sosiego, y hasta
reímos un poco; sin embargo, la tensión volvió a nosotros
al notar que la dirección de quien lo enviaba era
irreconocible, una combinación aleatoria de números y
letras. Dudamos abrirlo, pero mi amigo decidió hacerlo.
Quedamos completamente paralizados tras leer lo que
decía el correo:
«Pase lo que pase, no abras la puerta».
Con tan sólo leer esas palabras, una sensación
completamente rara invadió mi corazón. En ese momento
realmente sentía pánico, pero el mensaje decía más.
«Ellos están afuera. Por favor, hagas lo que hagas,
escuches lo que escuches, no abras la puerta. Intentarán
convencerte de que lo hagas, tienen muchos métodos;
pueden fingir ser alguien que conoces, un familiar, un
amigo, y sus voces sonarán igual. Tal vez te pidan ayuda, te
dirán que están lastimados, te suplicarán que abras la
puerta. Pero escuches lo que escuches esta noche, no
abras. Trata de ignorarlos, trata de dormir, mañana todo
estará bien. Ellos jugarán con tu mente; no lo permitas.
Por favor, créeme, ¡no abras la puerta!».
Cuando terminamos de leer yo no sabía qué pensar. Tal
vez era una broma tonta de alguien, tal vez incluso era mi
amigo quien me jugaba una broma… pero él tenia esa
expresión, estaba tan asustado como yo, lo pude sentir.
Ahora sabíamos que había alguien ahí afuera, tras la
puerta. De pronto, llegó el momento más aterrador que
nos pudimos esperar; en ese instante un escalofrió recorrió
todo mi cuerpo y me dejó paralizado. Una voz se escuchó,
provenía de atrás de la puerta. Mi amigo estaba seguro y
yo lo puedo corroborar: la voz era la de su madre.
—Hijo por favor ábreme, tu padre y yo tuvimos un
accidente en el auto, estamos muy lastimados… por favor,
abre, ayúdanos. —Al escuchar esto mi amigo sólo
retrocedió un paso. Aún puedo recordar esa expresión en
su rostro, estaba en shock. Estoy seguro de que ninguno
de los dos lo creíamos ni sabíamos qué hacer.
—Hijo por favor, abre, ¿qué esperas? Necesitamos tu
ayuda… —Sin lugar a dudas, ésa era la voz de su padre.
Eran las voces moribundas de sus padres tras la puerta,
clamando por ayuda. Mi amigo y yo permanecimos sin
reacción por algunos segundos, después él se volteó
lentamente, y me dijo:
—Esos realmente son mis padres. Necesitan ayuda, abriré
la puerta.
Se propuso dirigirse hacia la puerta, pero lo detuve.
—Recuerda el correo, lo que nos dijo que pasaría, ¿no se
te hace extraño?, ¿qué tal si es verdad y ellos no son tus
padres? —Él lo único que hizo fue hacer que lo soltara.
«No digas tonterías», me dijo. «Tú los escuchaste, ésas
eran las voces de mis padres. El correo debe de ser una
estúpida coincidencia». Se dirigió a la puerta sin que
pudiera hacer nada.
La verdad, no sé qué me hizo hacerlo, pudo ser el miedo
que me invadía… pero al verlo dirigirse a la puerta, lo
único que pensé fue correr hacia el armario en donde mi
amigo guardaba algunas de sus cosas y esconderme ahí. No
sabía lo que pasaría, pero en verdad tenía miedo.
Lo que escuché a continuación aún no lo olvido, y hasta el
día de hoy tengo pesadillas con ello. Él abrió la puerta, y
después sólo pude escuchar sus gritos. Eran unos gritos
desgarrantes, llenos de dolor y terror; yo no pude hacer
nada más que permanecer inmóvil, hasta que después de
unas horas me quedé dormido.
Al despertar por la mañana, me extrañó ver el lugar en
que me encontraba, y luego lo recordé todo. Salí del
armario y en la habitación no había nadie. Noté de
inmediato que ya era de día y que la puerta estaba abierta,
así que decidí salir. Busqué por toda la casa esperando
encontrarlo y que me dijera que todo había sido una
broma, pero mi amigo no estaba. En la tarde llegaron sus
padres y les conté lo sucedido, llamaron a la policía y lo
buscaron por días, pero él nunca apareció. El correo que le
había llegado esa noche también desapareció, y para ser
honesto creo que nadie creyó nada de lo que les había
contado.
Aunque… no importa que nadie me creyera, yo sé lo que
pasó esa noche y sé que ellos estaban ahí afuera. También
sé que no debí haber estado ahí, que no debería saber que
ellos existen.
Aún no sé por qué lo hacen, creo que sólo tratan de
divertirse con las personas, con su pánico… alguna especie
de juego. Cada día lo analizo y trato de aprender más de
ellos; sé que sólo llegan en la noche y que pueden imitar
cualquier voz, que si no abres la puerta se irán y también
creo que siempre recibirás ese extraño mensaje de
advertencia, debe ser parte de su macabro juego.
No debí estar ahí ese día, y no debería saber que ellos
existen. Sé que algún día regresaran por mí, pero pase lo
que pase, no abriré la puerta.
Muerte pornográfica
Sí, lo sé, el título es algo raro, pero no encuentro otras
palabras para describir lo siguiente.
Siempre fui muy apegado a mi prima Alejandra. Cuando
esto ocurrió, hace ya varios años, ella tenía la edad de
diecinueve años y yo quince. Nuestros familiares siempre
nos decían que parecíamos «uña y mugre», ya que siempre
andábamos juntas de un lado a otro. Pero siempre hubo un
hábito de Alejandra que a mí nunca me gustó: a ella le
gustaba la pornografía.
Siempre creí que la pornografía sólo le gustaba a los
hombres, pero mi prima muchas veces me contó de
nuevas páginas que encontraba o de algunas prácticas
sexuales bastante extrañas. Como ella sabía que a mí no
me gustaban esas cosas, se limitaba a contarme de vez en
cuando los resultados de sus búsquedas, pero jamás me
incitó a ver una pagina así.
Cierto día de abril, me contó que había encontrado una
página nueva en donde si te registrabas, tú mismo podías
hacer tus videos o tus fotos «xxx». El primer error que
cometió fue el de registrarse. En un inicio ella miraba
pornografía, pero jamás subía fotos suyas o daba alguna
información acerca de su vida. Desgraciadamente, después
me enteré de que había empezado a tener varios
seguidores en esa página porque había empezado a subir
fotos de ella desnuda.
Entonces nuestra relación se fue debilitando poco a poco,
hasta que terminó por extinguirse. Pasaron algunos meses
en los que no tuve contacto con ella, pero una noche
acudió a mi casa llorando y pidiéndole a mis papás que la
dejaran hablar conmigo. Mis papás, preocupados, nos
dejaron charlar a solas.
Alejandra me contó que desde que empezó a subir ese
tipo de fotos, una chica de nombre Esther la había
agregado como amiga, y que en la página de Esther había
fotos de ella haciendo muchas cosas incorrectas. A pesar
de saber que de esa amistad no saldría nada bueno, mi
prima aceptó ser su amiga y poco a poco fueron
compartiendo fotos y experiencias. Después de contarme
esto, mi prima se puso muy nerviosa y me dijo que desde
hace algunos días, Esther subía fotos en donde aparecía
desnuda y llena de sangre, con su cuerpo mutilado,
moretones en su cara y cadenas en sus pies. En pocas
palabras, eran fotos de ella asesinada, en las que también
se veía la sombra de quien había tomado las fotos, y mi
prima sospechaba que el mismo fotógrafo era el asesino.
Aunque su relato me sorprendió, aún no comprendía del
todo por qué Alejandra quería hablar conmigo, pero
la respuesta a esa pregunta me llegó pronto.
Mi prima me dijo que en los comentarios de las fotos del
asesinato de Esther aparecía un link bastante extraño, y
que ella, por curiosidad, se atrevió a abrir esa página. Lo
que vio fue algo perturbador: cientos de fotos de chicas
asesinadas de la misma manera que Esther, y al final de
cada foto, la leyenda «Tú eres la siguiente», acompañada
de la foto de mi prima… Obviamente ella se asustó y cerró
de inmediato la página; pero dice que cada noche podía
ver a un hombre en su ventana sosteniendo una cámara en
sus manos. Y cuando lo miraba detenidamente, podía ver
que ese hombre sólo tenía una horrenda sonrisa en la cara.
Sin ojos ni nariz.
¿Qué podía hacer yo? Aunque no creía su historia, le
permití que durmiera varios días en mi casa, y como ella no
vio en esos días nada extraño en las ventanas ni nada por
el estilo, se sintió lista para regresar a su departamento.
Después de un tiempo dejé de saber de ella, hasta que un
día mis padres me informaron que la habían asesinado;
pero no me dijeron cómo o por qué. Tampoco me dejaron
ir al funeral esa tarde, así que decidí meterme a la red
social pornográfica en la que se había suscrito.
Y ahí estaban: fotos de ella, un día antes de su muerte,
amarrada a una cama, desnuda y con muchas agujas en su
cuerpo, llagas en los brazos y moretones en su cara. No
pude ver las siguientes fotos. Lo único que me alegró fue
no ver el link que ella me describió… Aquel en donde le
anunciaron que ella sería la siguiente.
Cuando les conté a mis papás de lo que vi, y quisimos
revisar la página, ésta había sido dada de baja, y el cómo
murió mi prima quedó en una pregunta sin respuesta.
Aunque juraría que ayer, cuando dormía, pude ver la
silueta de un hombre en la ventana de mi vecina… un
hombre sosteniendo una cámara…
«Pobre chica», pensé. «Todo por subir sus fotos a una
página de internet».
Estaba en mi habitación sentado estudiando un poco cuando escuche que mi mamá me llamó desde la planta de abajo. Le contesté que me diera dos minutos a que terminara un ejercicio. Cuando lo hice me levanté y abrí la puerta de mi cuarto para bajar y vi a mi madre parada justo en frente de mi habitación con un rictus de terror en su rostro. Cuando estaba a punto de preguntarle que pasaba abrió la boca y me dijo:
-No bajes, yo también lo escuché.
-No bajes, yo también lo escuché.
martes, 25 de junio de 2013
Sangre Nieves: ¿la verdadera historia de Blanca Nieves?
Liliana esperaba con ansias la llegada de su primogénita, esa criatura que tanto habían soñado ella y su esposo, Lord Frederick. Tan segura estaba de que sería una niña, que todas las noches imaginaba su apariencia hermosa con piel blanca como la nieve, cabellos tan negros como una noche sin luna ni estrellas y labios rojos, tan rojos como la sangre fresca…
De pronto empezó a sentir un dolor muy agudo en el vientre e instintivamente llevó sus manos a él, mientras se doblaba del dolor y veía cómo el inmaculado vestido que llevaba puesto empezaba a teñirse de rojo hasta los pies, haciéndola gritar por ayuda.
Fueron horas de labor y dolor el dar a luz a esa criatura hermosa, tanto así que la salud de Liliana empezó a decaer, día a día, y ella dejó de ser la misma.
Los siguientes meses transcurrieron dentro de un ambiente de calma y alegría, mezclado con incertidumbre para Lord Frederick, ya que su felicidad no podía ser completa si tenía que ver cómo la belleza y juventud de su amada esposa se consumían rápidamente con el pasar de los días; en cambio, su hija crecía, y empezaba a dar sus primeros pasos.
Liliana murió al cabo de un año, dejando huérfana a su pequeña Lilly, y a Lord Frederick con un dolor profundo.
A los ocho años Lilly se había convertido en una niña hermosa, pero malcriada, y podría decirse que hasta malvada: gozaba maltratando a las hijas de los sirvientes, atrapaba ratones para luego ahogarlos en un balde con agua y cazaba aves pequeñas para arrancarles las alas, mientras su mirada se tornaba en algo grotesco…
Un día Lord Frederick la mandó a llamar para anunciarle que tendría que salir de viaje, puesto que iría a conocer a quien sería su nueva esposa. Esto a Lilly no la complació en lo absoluto y sólo respondió con una mueca, echando a correr. Su comportamiento seguía empeorando, permanecía horas encerrada en la habitación de su madre cepillando su cabello frente a un gran espejo, con la mirada perdida en el vacío de su reflejo.
Pasó un tiempo antes de que Lord Frederick regresara a su castillo. Al parar el carruaje en el que venía, bajó y se quedó parado con la mano extendida a la puerta del vehículo tomando la mano de una hermosa mujer. Detrás de ella, un hombre apocado y aparentemente con retraso mental cargaba una caja de madera. Lord Frederick buscó a Lilly entre el mar de gente que llagaba a recibirlos; una de las sirvientas la traía de la mano, la pequeña llegó con la mirada baja y una de sus manos cerrada en un puño.
Lord Frederick la llamó pero ella no respondió, haciendo que quisiera darle una reprimenda, pero la hermosa mujer a la que aún sostenía de la mano lo contuvo suavemente, al mismo tiempo que se inclinaba para saludar a la pequeña. Lilly la observó desafiante, pero la mujer no dejó de sonreír y preguntó a la niña si podía mostrarle su mano. La mirada de Lilly se tornó maliciosa, y abrió su puño para dejar ver el cuerpo de un ratón desollado y sin ojos.
Sin perder la compostura, la bella dama le preguntó si no preferiría cambiarlo por lo que sostenía el hombre, hermano de Lady Claudia —así era como se llamaba la bella mujer—. Ésta tomó la caja en manos de su hermano y al abrirla apareció un cachorro. Se lo mostró a la niña; ella dejó caer el ratón, sacó al cachorro, se dio media vuelta y se alejó saltando y cantando dejando a Lady Claudia encubriendo el enojo que le provocó por haberla ignorado… Al día siguiente se celebraba la boda entre su padre y Lady Claudia, pero Lilly no salió de la habitación de su madre y lloró amargamente frente al espejo.
Horas después los recién casados se encontraban dormidos. Lady Claudia empezó a sentir cómo algo goteaba en su cara. Se enderezó en la cama, pasó su mano por el rostro… ¡sangre!, era sangre de lo que se mancharon sus dedos. Miró hacia arriba y el cachorro que le había regalado a Lilly prendía de la cabecera degollado; pero ella no gritó, sólo tomó lo que quedaba del animal y se dirigió a la habitación de la niña. Al entrar se sentó en la cama y despertó a la pequeña con un beso en la frente. Lilly abrió los ojos, y entonces le dijo en voz muy baja:
—Es mejor que no me tomes como a tu rival pequeña, porque puede que pierdas la guerra.
Con el pasar de los años Lilly se convirtió en una adolescente bella e inteligente, mucho más que su difunta madre, pero con una personalidad cruel y sanguinaria. Su madrastra esperaba a su primer hijo, y Lord Frederick organizaba una gran fiesta para celebrar el cumpleaños de su hermosa primogénita. Por esta razón, Lady Claudia ofreció a Lilly el vestido que ella usó cuando cumplió dieciséis como una muestra de tregua a su pequeña guerra. La joven aceptó el vestido y caminó hacia la habitación de su madre.
Esa noche, Lilly apareció en la fiesta ataviada con uno de los vestidos de su madre. Lady Claudia se enfureció mientras veía bailar a su hijastra, y su esposo estaba embelesado porque su hija le recordaba a Liliana. La mujer empezó a sentir contracciones, y horas después el bebe nació, muerto. Lord Frederick quedó devastado… pero no se comparaba al dolor de la madre fallida, quien gritaba a todos que la dejaran en paz y llamaba a voces a su hermano. Lilly contuvo una risa de victoria.
Tras haber perdido su belleza, Lady Claudia se encerró en sí misma, hasta que un día dejó la habitación para vagar por los pasillos del castillo, y al dar con la habitación de Liliana, sintió como si una voz la instigara a entrar. Lo hizo, y caminó hasta quedar frente a un espejo inmenso con bordes dorados. Hipnotizada, se sentó en el banco junto a él y miró fijamente su reflejo, ya no gozaba de juventud… Empezó a llorar, y gritar, que todo era culpa de esa mocosa. Intentó destruir el amado espejo de Liliana, pero su reflejo la detuvo, y hablando como si tuviera vida, y haciéndola sentir que perdía la razón, le prometió devolverle su juventud y belleza siempre y cuando estuviera dispuesta a hacerle unos pequeños favores…
Así fue como Lady Claudia había rejuvenecido ante la mirada llena de odio de Lilly. Cegada por su sentimiento de triunfo, envió a Lilly a un viaje con el pretexto de que necesitaba conocer el mundo. Pero le pidió a su hermano que la escoltara, y se asegurara de que sufriera un «accidente» en el camino. Mientras tanto, Lady Claudia se encargaría de vengarse de su amado esposo, quien siempre prefirió a Lilly por sobre ella.
La noticia de que Lilly y su hermano habían desaparecido sin dejar rastros no tardó en llegar. Aunque esto destrozó aún más a Lord Frederick, la evidente muerte de su hermano no significó nada para Lady Claudia, y siguió envenenando a su esposo y llenándolo de dolor, decidida a hacer de él un despojo humano. En cuestión de noches Lord Frederick había perdido completamente su espíritu y vagaba por el castillo llorando y buscando desesperado a Lilly, pero ella no contestaba su llamado.
Todo sería distinto una noche de invierno, cuando el ambiente en el castillo era más tétrico que de costumbre. Lady Claudia paseaba por la habitación que era de Liliana llevando en brazos un pequeño bulto, tarareando una y otra vez la misma canción. De repente, se escucharon gritos a la entrada del castillo; Lady Claudia posó el bulto en la cama para asomarse por la ventana. Uno de los guardias había sido degollado y destrozado mientras los demás huían despavoridos como si una jauría de lobos los atacara. Eran siete hombres corpulentos, aullando de placer, desgarrando a los guardias uno a uno ¡con sus propias manos y dientes! La sangre que brotaba de sus víctimas manchaba sus rostros y caía impúdica sobre la blanca nieve…
Lady Claudia se aterrorizó y quiso correr a asegurar las puertas de la habitación, pero ya era demasiado tarde, una figura se asomaba a la puerta sonriendo, tan maliciosamente como siempre. Era Lilly. Lady Claudia se preguntaba cómo es que había sobrevivido, la niña se limitada a sonreír. Uno de sus brazos escondía algo detrás de su espalda. Lady Claudia la miraba con horror y curiosidad; ¿qué era lo que ocultaba?
¡La cabeza de su hermano!, que había cercenado y mutilado, ahora sus ojos eran unas cuencas vacías y su boca abierta no era más que un agujero sin dientes ni lengua, sólo una masa de carne y sangre coagulada y mal oliente. Lady Claudia gritó e intentó huir, pero Lilly fue más rápida, lanzándole la cabeza de su hermano para hacerla tropezar y caer. Rió como una psicótica tomando a su madrastra por los cabellos para obligarla a ver la orgía de sangre que practicaban los siete hombres afuera. Cómo destrozaban los cuerpos de sus víctimas y mascaban la carne cruda que arrancaban con sus dientes… se escuchaba cómo crujía la carne entre sus mandíbulas.
Un leve llanto captó la atención de Lilly y llenó de pánico a Lady Claudia. Soltó a su presa azotándola contra la pared para dirigirse a la cama y destapar el pequeño bulto que tanto atesoraba. Con una sonrisa retorcida, lo recogió, y caminó al espejo extendiendo los brazos y mirándolo con recelo…
—Espejo, espejo sobre la pared. Veo que te has divertido en mi ausencia —dijo con reproche hacia su reflejo, pero poco duró su trance ya que un dolor agudo y punzante atravesó su espalda. Lady Claudia la había apuñalado justo en el centro del corazón, pero Lilly sonrió y giró su cuerpo, mirando fijamente a la mujer, burlándose del acto desesperado por deshacerse de ella.
El reflejo de Lilly ardió en llamas azules y empezó a cambiar frente a una atónita Lady Claudia. La forma que tomó fue la de un demonio de piel pálida, como la blanca nieve, de ojos negros, profundos, como la noche, una sonrisa retorcida y tan roja como la sangre fresca…
Tiempo después se celebraba en el castillo la boda de Lilly y un noble de tierras vecinas. El padre de Lilly se había desvanecido, así como Lady Claudia, y todo empezaba a prosperar de nuevo en el castillo. Lilly esperaba la llegada de su primer hijo y se le veía caminar feliz por los pasillos con algo entre sus manos, hasta que se detuvo en la que alguna vez fue la recámara de su madre, sellada años atrás.
Quitó el seguro de las puertas y caminó hacia el espejo, diciendo:
—Espejo, espejo sobre la pared, no te podrás quejar, ya tienes compañía, y pronto tendrás un heredero más que te alimentará.
Dijo esto mirando directamente hacia el espejo, mostrando al demonio sonriendo complacido y, al fondo del reflejo, a los siete hombres torturando a Lady Claudia y a Lord Frederick.
Lilly arrojó lo que tenía entre las manos hacia un rincón de la habitación y una pequeña criatura salió de entre las sombras para devorar el cuerpo de un ratón, ante la sonrisa malévola de la futura madre…
SOLA HASTA TARDE
Odiaba ser la última en irse a dormir. Nunca supe por qué, pero ver mi casa en silencio, con los corredores callados y la tenue luz de luna que se filtraba por las persianas me era una experiencia desagradable.
El asunto era todo un tema en mi casa: cada vez que de pequeña me desvelaba, mi padre tenía que quedarse conmigo hasta que me durmiese. Ya más crecida, comprendí que no debía ser tan egoísta e instalé un viejo televisor en mi habitación para aliviar la desesperación que sentía en esas noches en vela. Sin embargo, cada vez que los sonidos de la casa se iban apagando, me apresuraba a dejar lo que fuese que estuviera haciendo y me acostaba a dormir.
Las carreras por no ser la última despierta se prolongaron hasta una noche de marzo. Ya había cumplido mis 17 años y había ingresado a la universidad hacía poco. En ese momento decidí que debía crecer. Aprovechando la proximidad de un examen parcial, decidí enfrentar mis miedos pasando la noche despierta y sola, pero estudiando. Preparé café, compré algo para comer, desplegué mis libros sobre la mesa de la cocina y comencé. Afortunadamente para mis nervios, esa noche todos habían decidido trasnochar: las luces de los pasillos se prendían y apagaban, mis hermanos caminaban por las habitaciones, los televisores estaban encendidos. Todo este movimiento calmó mis ansias y, agradeciendo la familia comprensiva que tenía, pude concentrarme plenamente.
Alrededor de las 3 a.m., el movimiento cesó un poco. Lo supuse normal, porque mis hermanos tenían escuela al día siguiente y papá trabajaba. Mamá seguía despierta, porque de la habitación contigua se escuchaban murmullos (a ella le encanta leer en voz alta, pero esa noche seguramente mantenía la voz baja porque no quería distraerme).
A las cinco, decidí terminar e irme a dormir. Pude oír que mamá seguía leyendo en el cuarto contiguo. Sin abrir la puerta, le dije, «Hasta mañana, disfruta la lectura».
Caminé por el pasillo, la luz se apagó tras de mí. «¡Mamá siempre se anticipa a mis movimientos!», pensé.
Cuando llegué al cuarto de mis padres, para mi sorpresa, me encontré en la puerta con mi madre, quien con cara de dormida se frotaba los ojos. Entre bostezos, me dijo:
—¡Qué bueno que hayas perdido tu miedo a quedarte sola! Nos fuimos a dormir temprano ayer, a eso de las once, para no molestarte. Estabas tan concentrada que ni nos animamos a decirte buenas noches.
El asunto era todo un tema en mi casa: cada vez que de pequeña me desvelaba, mi padre tenía que quedarse conmigo hasta que me durmiese. Ya más crecida, comprendí que no debía ser tan egoísta e instalé un viejo televisor en mi habitación para aliviar la desesperación que sentía en esas noches en vela. Sin embargo, cada vez que los sonidos de la casa se iban apagando, me apresuraba a dejar lo que fuese que estuviera haciendo y me acostaba a dormir.
Las carreras por no ser la última despierta se prolongaron hasta una noche de marzo. Ya había cumplido mis 17 años y había ingresado a la universidad hacía poco. En ese momento decidí que debía crecer. Aprovechando la proximidad de un examen parcial, decidí enfrentar mis miedos pasando la noche despierta y sola, pero estudiando. Preparé café, compré algo para comer, desplegué mis libros sobre la mesa de la cocina y comencé. Afortunadamente para mis nervios, esa noche todos habían decidido trasnochar: las luces de los pasillos se prendían y apagaban, mis hermanos caminaban por las habitaciones, los televisores estaban encendidos. Todo este movimiento calmó mis ansias y, agradeciendo la familia comprensiva que tenía, pude concentrarme plenamente.
Alrededor de las 3 a.m., el movimiento cesó un poco. Lo supuse normal, porque mis hermanos tenían escuela al día siguiente y papá trabajaba. Mamá seguía despierta, porque de la habitación contigua se escuchaban murmullos (a ella le encanta leer en voz alta, pero esa noche seguramente mantenía la voz baja porque no quería distraerme).
A las cinco, decidí terminar e irme a dormir. Pude oír que mamá seguía leyendo en el cuarto contiguo. Sin abrir la puerta, le dije, «Hasta mañana, disfruta la lectura».
Caminé por el pasillo, la luz se apagó tras de mí. «¡Mamá siempre se anticipa a mis movimientos!», pensé.
Cuando llegué al cuarto de mis padres, para mi sorpresa, me encontré en la puerta con mi madre, quien con cara de dormida se frotaba los ojos. Entre bostezos, me dijo:
—¡Qué bueno que hayas perdido tu miedo a quedarte sola! Nos fuimos a dormir temprano ayer, a eso de las once, para no molestarte. Estabas tan concentrada que ni nos animamos a decirte buenas noches.
LA CARA DE JOSÉ
Nos reunimos a jugar poker aquel sabado, como lo haciamos una vez cada dos meses, con mis viejos amigos del colegio.
Afuera estaba lloviendo torrencialmente, eso no era problema para mi, proque me encanta la lluvia, pero mis demas amigos parecían preocupados por la fuerza de la tormenta y que parecía no bajar su intensidad, a pesar que había llovido ya un par de horas.
Estabamos en medio de la partida cuando se escucha un fuerte golpe en la puerta, seguido del timbre y golpes nuevamente, fuimos detras del dueño de casa cuando él fue a atender y entró un hombre mojado en un saco impermeable, se disculpó y comentó que se perdió bajo la fuerza de la lluvia y pidió quedarse a descansar. Era un hombre blanco tipo estadounidense, a pesar que no tenía acento, pero parecía inofensivo, por lo que el dueño de casa le dijo que no habría problemas y le sirvió una taza de cafe caliente.
Posteriormente lo invitamos a jugar poker con nosotros, al comienzo se resistió, pero eventualmente cedió.
Era un jugador amateur, conocía las cartas y jugadas, pero no era muy bueno mintiendo ni descubriendo mentiras.
Rapidamente José se adueño de la mayor parte de sus fichas, José es uno de mis mejores amigos, pero es un mal perdedor, todos lo sabemos y sabemos controlarlo, por eso ya no nos crea problemas, y la condición para que juegue con nosotros es que si se siente irritado se retire un momento, y luego vuelva.
Fuera de eso es un excelente amigo y nunca haría nada para perjudicar a nadie, ese es básicamente su único defecto.
Desde que el hombre entró a la casa, hasta este punto algo me llamó la atención, no quería ningun contacto físico, ni siquiera estrechar las manos, algo que era muy común entre nosotros, y los demas parecían no haberlo percibido, por lo que decidí que era mejor hacerlo notar.
"Felicidades" le dije cuando me ganó varias fichas y le ofrecí mi mano, él la miró horrorizado y retrocedió "dale, no me dejes colgando viejo" le dije aún con la mano en el aire.
Él simplemente dijo "prefería no, y me gustaría que respeten".
Todos se extrañaron, pero hicieron un movimiento de hombros y continuaron el juego, ahora para felicitarlo chocabamos copas con él, rapidamente se transformó en un chiste y lo haciamos todo el tiempo.
Eventualmente empezó a recuperar sus fichas, y llegó a una mano donde él y José apostaron basicamente todo su dinero, José mostró orgulloso su poker y se preparó con una sonrisa a recoger sus fichas, hasta que el hombre echó sus cartas y mostró su escalera real, la cara de José cambió totalmente.
En este punto no sé si José lo hizo aproposito para molestar al invitado, o si se olvido de su pedido por su enojo, pero saltó y estrechó una de las manos del hombre mientras este se inclinaba a recoger las fichas.
Los ojos del hombre se abrieron de par en par y retrocedió gritando y cayendose de espaldas.
Se arratró hasta la puerta y la abrió, José se dio cuenta de su error y le gritó pidiendo disculpas, pero el hombre ya estaba destrancando la puerta.
Fui corriendo detras de él bajo la todavía intensa lluvia, hasta que cayó de rodillas tratando de tomar aire.
Giró y me vio correr detras suyo, en su cara vi que planeaba seguir corriendo, pero le faltaban las fuerzas.
Entonces se puso de pie agotado, y me dijo "tu amigo no debería haber hecho eso", le empecé a explicar como era la personalidad de José, pero pareció no interesarle, y en la mitad me repitió "no debería haber hecho eso".
Un perro sarnoso y desnutrido caminaba bajo la lluvia cerca nuestro, el hombre se agachó y tendió su mano el perro, este se acercó y puso su pata sobre su mano, luego se alejó caminando. "Él entiende mi dolor, comparte mi sufrimiento, comparte mi maldición".
Me apuntó con la mano hacia donde iba el perro y observé que su piel empezaba a caerse en grandes pedazos, primero su cara entera, luego la mitad de su espalda, luego su estomago, no los pelos, sino la piel en sí, y luego cayó muerto.
Cuando miré al hombre se hallaba corriendo demasiado lejos, y yo solo pensaba en volver a ver a José.
Llegué a la casa, y me dijeron que José ya no estaba, había gritado algo sobre el dolor, se tomó la cara y salió corriendo, era imposible saber a donde se fue, con la lluvia apenas se podía ver media cuadra, pero encontramos algo en la esquina.
Era la cara de José.
Afuera estaba lloviendo torrencialmente, eso no era problema para mi, proque me encanta la lluvia, pero mis demas amigos parecían preocupados por la fuerza de la tormenta y que parecía no bajar su intensidad, a pesar que había llovido ya un par de horas.
Estabamos en medio de la partida cuando se escucha un fuerte golpe en la puerta, seguido del timbre y golpes nuevamente, fuimos detras del dueño de casa cuando él fue a atender y entró un hombre mojado en un saco impermeable, se disculpó y comentó que se perdió bajo la fuerza de la lluvia y pidió quedarse a descansar. Era un hombre blanco tipo estadounidense, a pesar que no tenía acento, pero parecía inofensivo, por lo que el dueño de casa le dijo que no habría problemas y le sirvió una taza de cafe caliente.
Posteriormente lo invitamos a jugar poker con nosotros, al comienzo se resistió, pero eventualmente cedió.
Era un jugador amateur, conocía las cartas y jugadas, pero no era muy bueno mintiendo ni descubriendo mentiras.
Rapidamente José se adueño de la mayor parte de sus fichas, José es uno de mis mejores amigos, pero es un mal perdedor, todos lo sabemos y sabemos controlarlo, por eso ya no nos crea problemas, y la condición para que juegue con nosotros es que si se siente irritado se retire un momento, y luego vuelva.
Fuera de eso es un excelente amigo y nunca haría nada para perjudicar a nadie, ese es básicamente su único defecto.
Desde que el hombre entró a la casa, hasta este punto algo me llamó la atención, no quería ningun contacto físico, ni siquiera estrechar las manos, algo que era muy común entre nosotros, y los demas parecían no haberlo percibido, por lo que decidí que era mejor hacerlo notar.
"Felicidades" le dije cuando me ganó varias fichas y le ofrecí mi mano, él la miró horrorizado y retrocedió "dale, no me dejes colgando viejo" le dije aún con la mano en el aire.
Él simplemente dijo "prefería no, y me gustaría que respeten".
Todos se extrañaron, pero hicieron un movimiento de hombros y continuaron el juego, ahora para felicitarlo chocabamos copas con él, rapidamente se transformó en un chiste y lo haciamos todo el tiempo.
Eventualmente empezó a recuperar sus fichas, y llegó a una mano donde él y José apostaron basicamente todo su dinero, José mostró orgulloso su poker y se preparó con una sonrisa a recoger sus fichas, hasta que el hombre echó sus cartas y mostró su escalera real, la cara de José cambió totalmente.
En este punto no sé si José lo hizo aproposito para molestar al invitado, o si se olvido de su pedido por su enojo, pero saltó y estrechó una de las manos del hombre mientras este se inclinaba a recoger las fichas.
Los ojos del hombre se abrieron de par en par y retrocedió gritando y cayendose de espaldas.
Se arratró hasta la puerta y la abrió, José se dio cuenta de su error y le gritó pidiendo disculpas, pero el hombre ya estaba destrancando la puerta.
Fui corriendo detras de él bajo la todavía intensa lluvia, hasta que cayó de rodillas tratando de tomar aire.
Giró y me vio correr detras suyo, en su cara vi que planeaba seguir corriendo, pero le faltaban las fuerzas.
Entonces se puso de pie agotado, y me dijo "tu amigo no debería haber hecho eso", le empecé a explicar como era la personalidad de José, pero pareció no interesarle, y en la mitad me repitió "no debería haber hecho eso".
Un perro sarnoso y desnutrido caminaba bajo la lluvia cerca nuestro, el hombre se agachó y tendió su mano el perro, este se acercó y puso su pata sobre su mano, luego se alejó caminando. "Él entiende mi dolor, comparte mi sufrimiento, comparte mi maldición".
Me apuntó con la mano hacia donde iba el perro y observé que su piel empezaba a caerse en grandes pedazos, primero su cara entera, luego la mitad de su espalda, luego su estomago, no los pelos, sino la piel en sí, y luego cayó muerto.
Cuando miré al hombre se hallaba corriendo demasiado lejos, y yo solo pensaba en volver a ver a José.
Llegué a la casa, y me dijeron que José ya no estaba, había gritado algo sobre el dolor, se tomó la cara y salió corriendo, era imposible saber a donde se fue, con la lluvia apenas se podía ver media cuadra, pero encontramos algo en la esquina.
Era la cara de José.
La teoría de los miedos.
El miedo es instintivo. El miedo forma parte de nosotros porque lo necesitamos para sobrevivir. Si no tuvieramos miedo moriríamos rápidamente, gracias al miedo los automoviles tienen cinturon de seguridad, gracias al miedo tenemos puertas en nuestras casas, gracias al miedo tenemos luces. El miedo mueve al mundo.
El miedo es instintivo. El miedo viene desde nuestro antepasados, miedo a las alturas, porque antes caer de las montañas o arboles era morir; miedo al fuego, miedo a los rayos que podían caer en cualquiero momento encima tuyo. Estamos hablando de miedos de la edad de piedra, de la prehistoria, que fueron tan intensos y nos ayudaron a sobrevivir tanto tiempo que hasta hoy día perduras.
Ahora, piensen en algo, en algo grande, palido y encorvado, con ojos profundos y dientes afilados, deslizandose lentamente detras de ustedes, lo sienten respirar sobre su cuello, casi sienten sus dientes sobre ustedes. Esa sensacion que sentiste es tambien miedo, y es tambien instintivo.
El miedo a la oscuridad y el miedo a monstruos con esas caracteristicas existen en todas las razas, en todo el mundo. Ahora piensa, que fue lo que causo tanto miedo en nuestros antepasados, que nos condenó a una vida de miedo a la oscuridad?
Solo, te cuidado alla afuera, con el miedo tan presente, dudo que ya no sea reforzado.
La teoría de las pesadillas
Se hizo un estudio con 16000 personas mayores de 18, aleatoriamente seleccionados, y se les pidio que cuenten algo que hicieron hace dos semanas, se activó una zona del cerebro, llamaron a esta zona "recuerdos físicos", es decir, cosas que pasaron realmente; luego pidieron a las personas que inventen una historia, se activó otra zona del cerebro, llamaron a esta zona "imaginación", luego se pidió a los participantes que hagan ejercicios matematicos (en el cerebro hacer ejercicios matematicos equivale a mentir) y se activó otra zona que no era la de la imaginacion, llamaron a esta zona "mentira" (basicamente inventar una historia no se interpreta como si se estuviera mintiendo); luego se pidio a los participantes que cuenten un sueño que tuvieron, se activó una pequeña parte la zona de recuerdos físicos, y una gran parte de la imaginacion, esto significa que recordaban un poco y el resto lo inventaban, recordaban los datos generales del suelo, y los demas detalles lo dejaban a la imaginacion.
Finalmente, pidieron a los participantes que cuenten una pesadilla que tuvieron. Se activó 100% la zona de recuerdos físicos, nada de mentira, nada de imaginacion, puro recuerdos fisicos. Esto significa que, en lo que respecta a tu mente, tu subconciente y tu cuerpo, tus pesadillas son reales, y lo unico que te dice que fue todo un mal sueño es tu conciente, y creo que es bien conocido que nuestro conciente muchas veces nos miente para no hacernos caer en la locura.
Tus pesadillas son reales. Tus pesadillas si sucedieron. Deja de reprimirlo, deja de negarlo. Tu cerebro te lo dice, tu cuerpo te lo dice, tus pesadillas son reales.
JUGANDO A MORIR
Lo peor que hice en mi vida ocurrió hace 12 años, cuando tenia 16 años y vivía en cleveland, ohio. Fue en el principio del otoño, cuando las hojas estaban empezando a volverse naranjas y la temperatura empezaba a decaer, haciendo alusión al frío helado que estaba a pocos meses de distancia. la escuela acababa de empezar, pero toda la emoción de regresar y reunirse con los viejosamigos había sido reemplazada por la idea de que estábamos cautivos en un lugar que solo quería cargarnos de trabajo.
Obviamente, mis amigos y yo estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de recordar cuando no teníamos obligaciones, aquellos días de verano, libres de responsabilidades.
A principios de ese año, cerca del fin del ultimo año escolar, uno de mis amigos del trabajo (McDonalds, que algunas personas piensan que es algo poco convincente, aunque la pasé bien allí) Me había enseñado una técnica para "morir" con ayuda de un asistente, y regresar a en pocos segundos. Funcionaba así: el individuo tomaría rápidamente diez respiraciones profundas y largas, y en la décima cerraría sus ojos, apretando los parpados fuertemente, conteniendo la respiración tan firmemente como le sea posible, mientras cruzaba sus muñecas sobre el corazón. entonces el asistente, le daría a la persona un abrazo fuerte desde atrás, apretando las muñecas de la persona en el esternón. En cuestión de segundos, el individuo que contiene la respiración pierde la conciencia. El asistente debe mantenerse firme para que la persona no caiga rompiéndose el cráneo contra el piso. El efecto solo dura solo un segundo o dos, y no es parecido a ponerse en coma, pero parecía que hubieses estado fuera de tu cuerpo por horas y cuando retomas la conciencia, la sensación de desorientación, de no saber donde demonios estas o que estas haciendo allí, es impresionante.
Sé que hay algunas personas que quedan "Que carajo? Sos retrasado o algo así?" y si, ahora se que probablemente matábamos millones de neuronas cada vez que... "moríamos" y creo que probablemente mi memoria también se ha visto afectada por ello. pero yo era un chico de 16 años, aburrido como el infierno y pensaba que era genial. Obtener los efectos y las luces que uno ve luego de un puñetazo en la cara sin pasar por el dolor de recibir un puñetazo! le diría de intentarlo para que lo pruebes por ti mismo, pero luego de lo sucedido, nunca se lo recomendaría a nadie.
Otro efecto secundario interesante de esto, que fue en realidad, la causa real por lo que lo hacíamos, era porque mientras "estabas fuera" de tu cuerpo, siempre estabas lucido y tenias sueños vividos, que podías recordar fácilmente al despertar (después de todo solo había dormido durante unos segundos). eramos buenos chicos y nunca probaríamos drogas, así que para nosotros esto era lo que el LSD para un hombre pobre. Estas visiones o sueños, estaban relacionadas de alguna forma a lo que estabas mirando justo antes de "morir". por ejemplo, una vez soñé que estaba escalando una montaña. Estaba en la cima de los himalayas o algo así, pero había un pasamanos allí. ¿quien diablos pone un pasamanos de escalera a 20.000 pies? cuando volví a mi cuerpo y recordé donde estaba, me di cuenta de que había estado mirando la escalera que se encontraba en una esquina de la sala de estar de mi novia. En otra ocasión, tuve una visión de Pedro Picapiedra sonriendo y levantando las manos delante de un mural con el logotipo de E.R.A.D (que es Educación a Resistencia del Abuso de Drogas, un programa en el cual policías enseñan a los niños en escuelas publicas sobre estos asuntos) y cuando volví a mi cuerpo me di cuenta que mi amigo Brett, tenia el mismo logotipo en su camiseta. Ahora, de donde salió Pedro Picapiedra, no tengo idea.
Las visiones siempre eran sobre cosas mundanas, nunca nada raro. Hasta ese día.
Como les dije, hacia un mes que estábamos en época de clases y ya estábamos hartos de ella. estábamos un sábado en "el campo" que en realidad era una dependencia de la compañía eléctrica para instalar sus lineas de alta tensión. Algunos estábamos sentados en las vigas de las torres de alta tensión, en la parte de abajo. mi amigo Mike subió hasta el segundo nivel de las vigas, para estar mas alto. Pensé que era algo estúpido, pero yo soy el que alucinaba haciendo llegar poco oxigeno a mi cerebro.
era un cálido día de octubre y el cielo estaba gris. poco a poco, el cielo fue oscureciendo cada vez mas. Y en Cleveland, eso probablemente significaba que en cualquier momento la temperatura podría descender rápidamente, y si eramos realmente desafortunados, una lluvia helada podría empezar a caer. El aire estaba cargado y pesado, y se podía oír el leve zumbido de los cables de alta tensión sobre nosotros. Definitivamente no quería pasar los últimos momentos de una linda tarde de sábado subiéndome a una torre de alta tensión, saltar al suelo y quejarme luego del dolor en mis pies, solo para hacerlo una y otra vez como estúpidos.
"hey, vamos a "morir" por un rato!" dije. Para ese tiempo, dejar nuestro cuerpo no era tan divertido como cuando lo descubrimos, pero era muchísimo mejor que lo que estábamos haciendo. Vince estaba de acuerdo, al igual que Richard, pero Mike, el que saltaba de la torre mas alto que nosotros, pregunto de que carajo estábamos hablando.
"mierda, nunca te indujiste el desmayo antes? preguntó Vince. Mike respondió que no, el había estado todo el verano en casa de su madre y no sabia de todo lo que habíamos hecho nosotros. "Amigo, tenes que probar esto! mira, te mostraremos"
Vince y yo nos bajamos de la torre, cayendo de pie en el césped. Yo hice las diez respiraciones profundas, apreté los ojos y contuve la respiracion. entonces sentí a mi amigo presionar sus brazos contra mi pecho y de repente, como si fuese lo mas natural del mundo, una langosta gigante estaba trepándose a una jaula para langostas, bajo el mar. Algas marinas crecían del fondo de arena bajo mis pies. Lo siguiente que recuerdo es que cuando desperté Vince y Richard me estaban preguntando "amigo! que has visto? que has soñado?" la parte de atrás de mi cabeza me dolía mucho. me estaba matando. "mierda, me dejaste caer?" pregunté. Yo no era muy pesado, pero Vince era bastante débil. El solo se quedó ahí, mirándome, y Richard me dijo que me había dejado caer. Me preguntaron nuevamente que vi. Me frote la cabeza y dije que una langosta, que estaba pellizcándole la cabeza a Vince con sus tenazas. me volví hacia Mike y le dije "ves? es increible! tenes que probarlo! "y una mierda",-respondió-" no me fió lo suficiente de ninguno de ustedes los suficiente como para hacer eso"
Vamos hombre! tenes que probarlo. No es mas peligroso que estar trepado allí. te prometo que no te dejaré caer como este idiota lo hizo conmigo" le dije.
El miró de la forma que hacen esas personas cuando están decidiendo algo, si lo que están haciendo vale la pena el riesgo o la dificultad. Saltó de donde estaba, se incorporó y dijo "bien, solo una vez".
Si al menos lo hubiese pensado un poco mas, o se hubiese negado!..
Repitió las diez respiraciones profundas, conmigo como asistente para asegurarse de que no caería. Contuvo la respiracion y yo lo ayudé a caer en ese otro lugar. Es algo que siempre me lamenté, y cuando pienso en todas las cosas que desearía haber hecho de otra manera en mi adolescencia! chicas por las que no me jugué lo suficiente, clases en las que tuve que haberme esforzado mas y todas esas cosas que nunca tuve que haber hecho, como haberle dado ese abrazo de oso a Mike, llevándolo a un estado de inconsciencia.
Sentí el cambio del peso muerto en mi pecho, y el era un chico robusto así que me aseguré de dejarlo suavemente en el piso para que no se lastimara. Justo cuando tocó el suelo, volvió en sí.
Despertó Gritando.
"MIERDA!! MIERDAAA! ALÉJENSE DE MI, ALÉJENSE DE MI!! gritaba, al tiempo que se levantó de un salto agitando sus brazos alrededor de su cabeza. Todos saltamos para atrás, con miedo de ser golpeados por su frenesí. Pero mas miedo, que casi me cago en los pantalones, mas miedo tenia de lo que estaba viendo. Después de unos 5 segundos, el doble de lo que tardábamos generalmente en darnos cuenta de donde estábamos y que estábamos haciendo, el se tranquilizó. "mierda, mierda, mierda" jadeaba. respiraba con dificultad, tomando respiraciones profundas. se quedó allí, encorvado, hasta que cayó de rodillas. de espaldas a nosotros, comenzó a mecerse, retorciendo las manos y murmurando.
"Santa madre de Dios, que demonios has visto??" dijo Vince. Pero mike no respondía. me acerqué lentamente y a medida que me acercaba, le escuchaba sollozar en silencio. Eso en nuestro mundo de "machos" es castigado con la muerte, pero por supuesto nadie dijo nada. Apoyé una mano en su hombro. pero en cuanto lo toqué, dio un grito y saltó para atrás golpeando se la espalda con la torre. Se abrazó a la columna de la torre, mirándonos con ojos desorbitados, una mirada de temor absoluto. Pensaría quizás que eramos demonios del abismo del infierno.
Si en algún momento pensé que estaba bromeando con nosotros, esa mirada me sacó de mis dudas. Eso y lo que sucedió después, claro.
Ninguno dijo nada. A Los 10 minutos, Mike se había tranquilizado lo suficiente para que Richard lo acompañara a su casa. La temperatura había decaído y comenzó a llover. Le dije a Vince que me iba a mi casa, y le dije que nos veíamos mañana. Siempre pasábamos los días lluviosos jugando Mortal Combat en nuestro SNES pero no dijo nada. Probablemente quería un tiempo a solas para reflexionar sobre lo que había pasado. Como yo.
Al día siguiente fui a ver como estaba Mike, pero el y su familia se habían ido todo el día. Le pregunté mas tarde cuando se habia ido, pero no me respondió. Creo que fua a un psiquiatra puesto que cuando lo vi nuevamente, el martes, parecia estar mejor. Me imagino que utiliza algun medicamento para los nervios, pero eso son solo conjerturas mias. Los dias siguientes nos juntabamos normalmente con los chicos, pero Mike permanecia en silencio, sin decir que habia visto. Hablabamos de cosas sin importancia. No fue hasta el sabado siguiente cuando contó lo que pasaba.
Estabamos caminando por una calle tranquila del barrio, hacia el puente peatonal de madera que cruza el arroyo. Yo hablaba de una chica mayor que conocía, cuando de repente, mientras yo hablaba, el dijo "No voy a estar aqui mucho mas tiempo"
"Como?" dije yo.
"Vendran de nuevo esta noche, yo no creo que sea capaz de aguantar esta vez"
"de que estas hablando? quien vendrá esta noche mike?"
"Las manos... Las voces."
En ese punto yo ya estaba asustado. Balbucié estupidamente un par de veces y luego dije, estupidamente: "que manos?"
"Por la noche miro el arbol por la ventana y luego todo se pone negro. Y veo decenas, cientos, miles de ellas empujando contra el vidrio."
"y tu que haces entonces?" pregunté.
"Retrocedo. durante toda la noche. pero estoy cansado. no puedo mantenerlas mas tiempo fuera. Y las voces. Las voces dicen que tengo que dejarlas entrar, voces de niños pequeños. Voces de niños pequeños y manos de niños pequeños". El bajó la voz hasta ser un susurro, pero me di cuenta por lo que dijo luego, qu estaba luchando para mantener el panico. "a veces, veo sus caras". dijo con voz temblorosa.
Lo acompañamos a su casa. se detuvo en la puerta y finalmente levantando el rostro, me dijo: "dile a Vince que puede quedarse con mi Nintendo. el no tiene uno, y su madre no le comprará uno. Richard puede quedarse con mis CDs. Se que a ustedes no les gustan, pero a el si." Empecé a decirle algo pero se dio vuelta y entro en su casa. Me gustaria haber llamado a la puerta y ofrecerle quedarme con el. pero teniamos 16 y los chicos de esa edad no lo hacian mas. Me fui a mi casa. Dormí mal, asustado, escuchando caada crujido y gemido que hacia la casa, escuchando una multitud de niños. Generalmente dormia con las cortinas abiertas, pero esa noche, cerré todo.
Al dia siguiente, nos enteramos de que alguien habia irrumpido en la casa de Mike. Vi un coche de policia en la entrada de su casa, y casi me muero cuando lo vi. Mis peores temores se confirmaron cuando me enteré que la ventana de Mike era la que habia sido violada. Mike habia desaparecido, y fue todo lo que nos dijeron. Nos hicieron muchas preguntas, y pareciamos mas culpables que la mierda cuando deciamos que no sabiamos que habia pasado. Lo cual, no era del todo cierto. Ellos buscaban algun pervertido que haya secuestrado a Mike, pero no obtuvieron información de nosotros puesto que no teniamos nada que ver. su foto aparecia en todos lados, y todavia lo estan buscando.
Cuando todo terminó, Me fui a la biblioteca para investigar que carajo habia pasado, puesto que la internet no era tan eficiente en esa epoca. No encontré mucho. Lo mas cercano que encontré fue algo que descubrí despues, en mi clase de historia universal. Al parecer, los sacerdotes egipcios usulamente se encerraban asi mismos en ataudes el tiempo suficiente para morir, para luego ser resucitados y poder contar lo que vieron en el inframundo, mientras se hallaban muertos. Solo puedo pensar que por el clima, o por la electricidad en el aire, Mike pudo tener una experiencia mas poderosa a la nuestra, ya que habiamos hecho eso cientos de veces y nada raro habia pasado. Tal vez golpearme la cabeza me salvó de lo que el sufrió, no lo sé. Es algo que no terminamos de entender. A veces acordarme de todo esto, me hace temblar.
OJOS ROJOS
La compañía en la que trabajas, decidió mandarte lejos de comisión. Después de buscar por horas un hotel en donde descansar, te encuentras con un hotel que se ve algo rustico, pero limpio a final de cuentas, y decides pasar ahí la noche. Llegas al lobby y pides un cuarto a la recepcionista. La mujer te entrega la llave de tu cuarto, y te da direcciones de cómo llegar a el. Sin embargo, te advierte: “Camino hacia tu cuarto, se encuentra una puerta sin ningún numero, la cual esta cerrad, y nadie, por ningún motivo, debe de mirar por la cerradura, y mucho menos entrar”. Sigues las instrucciones de la dama, y te vas derechito a tu cuarto a dormir.
La siguiente noche sientes una enrome curiosidad sobre el cuarto cerrado. “Que habrá ahí..?”, te preguntas constantemente. Así que decides salir a media noche a través del pasillo, hasta la puerta sin numero. Tratas de abrir la puerta, pero esta se encuentra bien cerrada.
Gracias a tu curiosidad, decides mirar por el cerrojo. Sientes un aire helado en tu ojo. Lo que ves es un cuarto de hotel exactamente como el tuyo. En la esquina, ves a una joven mujer, con la piel mas blanca que jamás hayas visto, recargada en la pared, mirando hacia la pared opuesta de la puerta. Te entra la necesidad de tocar nuevamente la puerta, pero decides no hacerlo, y decides mejor regresar a tu habitación. Por alguna razón, sientes que quizás esto haya salvado tu vida. A la noche siguiente, regresas a la puerta y vuelves a mirar a través de la cerradura. Esta vez, lo único que ves es un rojo intenso. No puedes distinguir nada, además de ese extraño color rojo, inamovible. “quizás los huéspedes se dieron cuenta que los espiaba anoche, y decidieron bloquear la puerta con un papel rojo, o algo así”, te dices. Sin embargo, sientes una sensación horrible cuando llegas a tu habitación: Escalofríos, una sensación de que alguien te observa.
Decides regresar al lobby, y sacar mas información de la mujer. Ella suspira, y te pregunta: “Miraste por la cerradura, verdad?”. Le dices que si a la mujer, y entonces ella te dice: “Bien, supongo que puedo contarte la historia: Hace unos 7 años, tuvimos una pareja hospedada en ese cuarto. El hombre asesino a su mujer, y desde entonces su fantasma ronda en ese lugar. Lo curioso es que, la mujer, era una extraña, pero hermosa joven albina, con la piel mas blanca que la nieve, y ojos tan rojos como la sangre”.
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